sábado, junio 30, 2007

Lo que dura un peo en un canasto

Ayer viernes ocurrió algo que, muy por dentro, intuía que vendría, tarde o temprano.

Me despidieron.

Debería tener el cuero duro pues ya son dos veces en menos de un año, en circunstancias extrañas, con motivos poco claros, con errores personales, pero también con contextos que piden cabezas en vez de explicaciones.

Pues bien, Vía X ya es pasado. Y de mi experiencia de seis meses concluyo un montón de cosas que me gustaría comentar acá, ahora que este blog se reinaugura con bríos.

La gente de Vía X es increíble. Son un grupo de gente maravillosa en su mayoría, apresados por una cultura de trabajo extraña, que los condena a ser imprescindibles. Es un lugar mal organizado, con cercos familiares difíciles de romper. La gente dentro de Via X le tiene miedo a las decisiones que vienen de arriba. Y ellos se malacostumbran. En estos momentos, por ejemplo, si ciertas personas se enfermaran o faltaran, hay programas que no podrían salir al aire.

Para qué seguir...

En ese contexto fui contratado para hacer un reordenamiento creativo y de contenidos que fui incapaz de realizar. Me concentré en hacer un trabajo de hormiga, detallado y no hice lo que me pidieron que hiciera: campaña de marca, redefinición de la música, nuevos programas. Yo sabía que lo único que debía suceder cuando llegué era que Copano tenía que estar al aire. Cuanto antes.

Intenté que el equipo que él traía, cuatro personas aparte de él, se pudiera integrar al canal para lograr para una especie de noticiario que agarraba para el hueveo a todo el mundo. La idea era buena, pero su producción demandaba mucho. No pude convencer a la gente del canal que el equipo que traía Copano era bueno para esa u otra idea. Aún así, logré hilvanar varias ideas que andaban dando vueltas y apareció CANAL COPANO, que es un batatazo, con todos los errores que pueda tener.

Pero en seis meses, en rigor, no me apropié del canal como se esperaba y me pegaron la patada en la raja correspondiente. Inexperiencia, problema de personalidad, falta de creatividad... no sé... todos esos conceptos me dan en la cabeza. Que me echen tan seguido de dos lugares y que haya sensaciones similares a la hora de llevar a cabo las tareas que no se quieren es algo que me aterra. El problema podría ser yo, claramente. Luego, algunas personas del canal se apresuran para comentarme que es lamentable mi partida, que me hicieron la cama, que este canal es así siempre, que les da miedo que gente buena se venga a trabajar acá. En fin. Yo no me meto en esas teorías porque si no andaría enfermo por la vida odiando a todo el mundo.

¿Será que uno es bueno para una sola cosa en la vida? ¿Que es imposible que cambies de giro? ¿Que si te acostumbras a una cultura de trabajo es imposible irse a otra?

Uno como profesional debiese ser dúctil y anticipar conflictos y escenarios. Sé que es como sentirse como el Matigol con la pólvora mojada. Te contratan para fabricar goles, y al final sólo paseas la pelota por el área.

La tele tiene lindas cosas. La pega es compleja, pero a veces es apasionante. Y concentrarme en pensar que esa empresa en particular es una casa de puta, que sí que lo es, me parece algo mediocre de mi parte.

En todo orden de cosas uno debe morir con las botas puestas como dicen.

Me impresiono de mí mismo y de lo que he escrito. Debe ser porque me he vuelto experto en ser cesante y en que me echen. Aunque, citando a mi madre, que trabaja en recursos humanos "nunca te viene bien que te echen, siempre es un mal momento, y uno tiene que ir con lo que sabe para adelante, no concentrarse en lo que te hiere".

Tengo terror del futuro. Ayer mi hija me dijo: "¿Cómo está tu pega papá?"

"No tengo pega, hija", le respondí.

"¿No tienes pega? ¿Por qué?"

"Porque me echaron".

"Consigue otra pega, papá, ahora" (No tiene 3 años todavía)

"Haré lo posible, hija"

No está de sobra agradecer a algunas personas con las cuales estreché lazos muy fuertes en estos seis meses: Vero Calabi, Conty, Truman, Camilo Becerra, Javier y a todos los niños de gráfica, Marcela González, Gaba Urrejola, Pablo Erazo, Felipe Parra, Juan Pacheco, Nicolás López, Rubén ProTools, Raúl Madrid, Cristián López, Gonzalo Frías, Mariola Rojas, Roberto Muñoz, Nacho Franzani, Felipe Gajardo, Javiera May, a los nuevos SCA...

Agradecimientos especiales para Nicolás Copano, un gran amigo que me ha visto dos veces ya que me echan. Pero es cábala porque cuando yo me voy a él le va mejor aún.

Un abrazo de apoyo para Gonzalo Tapia: eres talentoso y tienes empuje. Enséñales tú lo que sabes hacer en tele.

Humberto Sichel: eres uno de mis buenos amigos, de esos que quedan pocos.

Y a mi mujer: perdóname por hacerte pasar por esto en tan poco tiempo.

Y bueno, este lunes, pariodando a esa película española que protagoniza Bardem, es lunes al sol...

jueves, junio 28, 2007

Por qué no ire a Soda Stereo (una historia casi ochentera)

Tercero medio. Yo llegaba tarde a todo. No escuchaba la música de moda y tenía que andar preguntando qué cosas la llevaban. No escuchaba casi nada en español, estaba profundamente influenciado por la radio Concierto de la época y me gustaba más sentarme con los fonos puestos y escuchar bandas de sonido de películas, especialmente las que eran de terror. Y era un valor agregado saber o parecer que sabías de música. Uno conseguía chicas con la música. Y solía tener diálogos como el siguiente:

“Oye Calderón, ¿cachaste que se separó Van Halen pero que tienen vocalista nuevo?”

“Pero Cuevas, me extraña, hace meses que circula Why can’t this be love… la canción con el vocalista nuevo… Sammy Hagar se llama él”.

“Puta, no lo sabía…”

“Fome en todo caso… yo estoy escuchando Soda Stereo”.

Yo nunca había escuchado hablar de Soda Stereo. Me pareció que el nombre era una broma. Supe que eran argentinos y que vendrían a hacer playback al programa estelar de canal 13 que se llamaba Martes 13.

“Velo Cuevas… estos tipos son grossos”.

Y claro, en la tele de 14 pulgadas de mi casa vi esa noche a Soda Stereo, los nuevos chicos de moda, con pelos llenos de laca, maquillaje, y ropas brillantes. Yo pensaba que eran un trío de maricas. Calderón al otro día me dijo:

“A vos te gustan esas bandas de heavy metal que parecen colisones”.

Tenía razón.

La siguiente fiesta de mi colegio significó escuchar varios temas de Soda. Todos las cantaban, yo con cuea me sabía los coros. “Maldita sea, por qué siempre llego tarde”, me decía. Pero claro, me vacilaba todas las noches a John Carpenter con la música de la película Halloween. Escribía historias que después rompía. En fin. Nada encajaba muy bien.

Pero la música siempre consigue chicas. Por ejemplo. Me gustaba LIVE TO TELL de MADONNA. Y yo me di la paja de traducirla y colocarla en el diario mural. Una chica del curso que yo jamás pesqué me pidió la traducción. Yo acepté… pero jamás pasó nada. Ahí quedó.
Tiempo después tuve una polola. Estaba cierto que no íbamos a durar mucho pero hubo un día en que me amó y fue el día que le regalé el primer disco de SODA STEREO en formato casette, el homónimo, el de JET SET y TRATAME SUAVEMENTE. Ya era la época de NADA PERSONAL pero yo siempre me desfasaba. En este caso ella no tenía el primero y fui el rey.

Terminamos a la semana.

Después, una radio llamada Galaxia comenzó a programar a destajo música en español, especialmente rock latinoamericano. SODA STEREO y LOS PRISIONEROS sonaban muchísimo. La gente los dedicaba y los pedía. Yo jamás me atreví a llamar a una radio, pero consumía ya más radio que cualquiera de mi edad. Me perdía carretes y todo. Me comencé a poner al día.

Así, para cuando salió el disco SIGNOS, dominaba gran parte de la discografía de SODA, conocía las populares versiones de 12 pulgadas que se pasaban en las fiestas y era capaz de mantener conversaciones sobre cómo el estilo del trío argentino había evolucionado.

Casi me agarré a una mina bailando EL RITO. Pero no alcancé.

En la universidad, Alfredo Lewin, que estaba en mi carrera pero un año arriba, rayaba con LA CIUDAD DE LA FURIA. Decía entonces que lo único que no era HEAVY METAL que le gustaba era SODA. Yo me hice una copia del casette que él tenía y hubo un tiempo que rayé con ese disco.

Cuando salió CANCION ANIMAL la cosa cambió drásticamente. Podría decirse que, por primera vez, SODA STEREO llenó completamente mi gusto. EN EL SEPTIMO DIA y HOMBRE AL AGUA eran mis favoritas.

SODA ya era demasiada fama y fortuna en toda LATINOAMERICA. Yo empezaba a estudiar periodismo, y solíamos tener coloquios sobre la lírica en CERATI, cuestión absurda pues CERATI no dice nada en las letras. De hecho, un frío día de invierno sosteníamos una discusión al respecto. Una chica que no nos conocía, mechona, se da vuelta y nos habla: “Mira, SODA la lleva. Es más, ¿quién podría hacer un disco de remezclas de algo en vivo?”.

Esa chica era RITA COX, quien en ese minuto, obvio que hay que decirlo, era la mina más rica de la universidad.

Bueno, la mina más rica, después de decir eso, nos pasa el REXMIX, el disco de remezcla en vivo de SODA STEREO que traía un tema freak que apenas se conoció llamado NO NECESITO VERTE. Y lo prestó así nada más, solo porque parece que conocíamos mucho de SODA.

A estas alturas la reflexión era no solo obligatoria sino que casi obvia: “Si uno consigue la atención de las chicas así… imagínate lo fácil que es para Cerati”.

Cuando apareció DYNAMO, muchos rayamos. Lo encontramos la cagada. Se nos pasó la mano. Yo a estas alturas pienso que es un disco deslucido y carente de inspiración. Una mala imitación de PRIMAL SCREAM.

Volvieron en esa época a tocar en el ya decadente estelar MARTES 13 a hacer PRIMAVERA CERO. Luego tocaron en el COURT CENTRAL y yo, el mismo día, estaba en BARILOCHE de vacaciones.

De ahí en adelante, cuando aparece SUEÑO STEREO ya trabajaba en radio, por lo que mi encuentro con ese material fue desde otro punto de vista. Me pareció bueno pero mantuve distancia. CERATI comparaba el disco con REVOLVER de los BEATLES… qué se podía esperar de un argentino con éxito. Se casaba luego con una chilena y la fantasía de las groupies locales casi se hacía realidad.

Cuando SODA se separa, yo seguía vinculado a la radio. Fueron los años en que el trío desapareció y que apenas escuchabas NADA PERSONAL o TE HACEN FALTA VITAMINAS en los matrimonios.

Para EL ULTIMO CONCIERTO, fui y lo pasé ahí no más. Me aburrí su resto.
Después de AMOR AMARILLO, el primer disco solista de CERATI, mi relación con SODA evolucionó hacia otros ámbitos. Unos años después, gracias a una periodista amiga, trabajé para YEYEYE.COM haciendo comentarios de películas chilenas. Mi jefe era CHARLY ALBERTI.
Pasó el tiempo y por ROCK & POP viajé a MIAMI a los premios MTV latinoamericanos. En una conferencia de prensa, fui el periodista que más preguntas le hizo a CERATI y eso me valió la simpatía de la gente de radio 100 de ARGENTINA, con quienes carretié varias jornadas en ese viaje. Memorable.

Este año estuve con ZETA BOSIO a propósito de que se viene la segunda temporada del programa ROCK ROAD de VIA X. Más que todo conversé con su manager, muy pelotudo como todo manager argentino. ZETA un gran tipo.

A estas alturas del semestre, junio de 2007, mis alumnos de la universidad, que tienen en promedio 22 años, tienen que hacer programas de radio de una hora de duración: en un 75 por ciento de ellos se habla o se manifiesta abiertamente un interés por SODA y su regreso. Es más, uno de esos programas fue un subjetivísimo especial del trío. Mis alumnos, que tienen casi 20 años menos que yo, siguen interesados en su gran mayoría en ver a SODA en vivo. No lo entiendo.

Y bueno, al enumerar todo lo anterior, es imaginable captar por qué no iré a SODA STEREO, a menos que la pega me lo convierta en obligación. Con todo esto, en octubre hay muchas otras cosas más interesantes. Demasiado SODA en mi vida. Demasiado pasado de moda. Demasiado etapa superada.

¿Qué le sucede a usted?

martes, junio 19, 2007

La muerta

Mi abuela Blanca creía. Hasta sus últimos días fue una mujer con pésimo sentido del humor, carácter dominante y escasa de ternura. Pero ella creía en esta vida que te da lecciones extrañas, y que te hace bromas de mal gusto. Imposible no recordar que incluso su deceso estuvo plagado de cruel ironía.

Décadas y décadas atrás, siendo muy joven y viviendo su vida con muchas tías y mujeres mayores (el matriarcado en Chile es más común de lo que uno pueda imaginar), mi abuela, entonces una jovencita de pelo rubio recogido en una larga trenza, presenció la muerte de una tía muy vieja a la que quería mucho. Esta tía llevaba un largo tiempo de agonía, pero aún así provocó un profundo dolor y varios ataques de histeria simultáneos en ese momento en la casa.

Luego de sucesivos ataques de nervio, dentro de los cuales mi abuela se contagió más por desesperación que por dolor, aconteció asumir que a la muerta había que vestirla y arreglarla para velarla, a la antigua, en la misma casa (esto también se sigue haciendo mucho en este país).
En la escala jerárquica mi abuela venía por edad y formación mucho después de otras personas de la casa que podían haber asumido esta cruel tarea de desnudar a una vieja recién muerta y vestirla y maquillarla para dejarla impecable en este también cruel evento social llamado velatorio. Pero muchas de las tías, primas mayores y otras personas de la casa estaban demasiado afectadas para la tarea.

Y bueno, allí Blanca tuvo que crecer abruptamente, e hizo de tripas corazón: se encargaría ella del cacho.

Luego de una prolongada discusión sobre qué ponerle a la muerta, Blanca miró con cierto nervio el cuerpo de la tía y le tomó las manos. La frialdad de los muertos, cómo explicarlo, es distinto de tener las manos heladas por el frío. Se trata de una frialdad cercana a la porcelana, pero blanda como el cuero de un chaquetón expuesto al invierno.

La muerta vestía solo el camisón de dormir. Para desnudarla, Blanca se atrevió a pasar las manos por detrás del torso recostado del cuerpo e intentó levantarla y sentarla, pues intuía que así sería todo más fácil. Y bien pues, mala suerte de por medio, casualidad o lo que quiera que sea que es la ironía de la vida frente a la muerte, en el momento en que la cabeza de la muerta cae sobre los hombros de mi abuela Blanca, los aires de su caja torácica fueron oprimidos hacia el exterior con una fuerza que nadie esperaba. Y como resultado de esto la muerta se quejó. Su voz gutural, el aire fétido en sus pulmones, y ese grito en un tono seco y grave, como el de los fantasmas de las historias que cuentan las abuelas, inundaron la fría pieza donde se encontraba. Mi abuela Blanca sintió que la muerta se le quejaba al oído mientras la sujetaba.

Horas después, con ataque de nervios, sujetada por dos de sus tías, Blanca recibía la explicación racional de un médico que le explicó esto y otros detalles crueles como los relativos a las flatulencias y gases estomacales.

Cuando uno recuerda que siempre le dicen que no juegue con la memoria de los muertos me imagino que es por estos motivos.

¿Qué piensa usted?

jueves, junio 07, 2007

Venganza

Pido permiso para decir palabras groseras. A veces se me escapan en la prosa de este espacio, pero son ocasionales y bien colocadas. Esta vez quiero aumentar la densidad de las ofensas, aumentar el calibre de las malas palabras y compartir con ustedes un proceso que de una u otra forma todos hemos vivido, pero que nunca desemboca igual: la venganza.

A los 16 tenía una guitarra de palo. La tocaba ahí no más (hasta hoy, toco guitarra, pero ahí no más). Un día un compañero de colegio vino a hacer un trabajo a mi casa y me la pidió prestada. Intepretó una canción de Milanés creo y quedé tan impactado de la facilidad con que lo hacía que no fui capaz de decirle que no. Días más, días menos, la guitarra nunca volvió. Se la pedí de vuelta de buenas maneras. Pero el hijo de puta era cuentero, bolsero, ladrón encubierto y además soplón. Eludió hábilmente mis predecibles tretas. No hice tampoco un esfuerzo sustantivo para recuperar la guitarra porque me parecía que tan solo pedirla era suficiente. Pero hay en este planeta una cantidad importante de inescrupulosos que roban, se arrancan, y después andan por la vida sonriendo.

Yo soy huevón. Si me pelo algo se me nota en la cara de inmediato.

Como es de esperar la guitarra jamás volvió y el hijo de puta la debe tener hasta hoy y debe haberle dado, ciertamente, un mejor uso que yo. Pero era mía.

Cuando estuve a un paso de que me echaran del colegio en cuarto medio este mismo hijo de puta fue el que dio mi nombre para encontrar los culpables de una revista clandestina de profundo contenido que hacíamos en esos días. Soplón, marica, el concha grande de su madre.

Tontamente, me armé el dicho en la cabeza, ese de que siempre que le haces algo a alguien puede venir un día, más tarde que temprano, en que puedas llevar a cabo tu venganza. Pero ese día lo estoy esperando aún.

Hace dos semanas, un maestro que estaba encargado de remodelar la casa que me compré se fue, luego de que le pagué una suma estratosférica de dinero. Pero no lo administró bien. Se pajeó. Y se quedó sin ni uno a medio caminó. Y pidió más. Y yo le dije que había cambiado las reglas del juego. Y estuvo las dos últimas semanas sin trabajar gran cosa, planificando arrancarse en el momnto en que yo no podía estar en el lugar. Y se fue.

Alcancé a gritarle por el teléfono una sarta de puteadas como nunca se las había dicho a nadie. A gritos le dije que se había escondido como una rata y que no había sido capaz de decirme esto en la cara las decenas de veces que yo lo puse sobre aviso de que la plata se acabaría si yo le seguía pagando a ese ritmo. Pero él mantuvo silencio. Y se fue.

En medio de esa casa a medio construir, sin destino fijo, pensando que además se habían llevado mis ahorros de un buen tiempo, pensé que podría vengarme. Perseguirlo, amenazarlo, golpearlo, hacerle pedazos su casa, su auto, enviarle mensajes a la familia (hasta se agarró a la nana de mi mamá y dejaba botada la pega), o derechamente ir a pedirle la plata de una manera poco amable (se me ocurrieron varias).

Pero esto ocurrió hace más de una semana. Incluso tengo escrito un gran post con detalles más reveladores que los que he puesto en estas líneas y supuestamente iba a terminar todo diciendo el nombre, y dando su teléfono para que mis amigos lectores le enviasen una sarta de mensajes con los epítetos y ofensas que fueran más de vuestro agrado.

Aún así, escribí esto otro que estan leyendo y el sabor de la derrota me embarga. No saco nada, no gano nada, no progresaré nada si lo persigo. Una mezcla confusa me hace tener que retraerme. Me encantaría ser inescrupulosamente vengativo justo ahora. Pero este concha grande de su madre se salvó.