domingo, octubre 29, 2006

Tiempo absoluto y relativo del cesante

Una de las decisiones fundamentales de alguien que es despedido tiene que ver con su previsión de salud. En el caso mío no hay enfermos en la familia aún afortunadamente, pero mi mujer está embarazada casi de seis meses y los partos son algo así como comprarse un auto en una clínica privada. Con el generoso aporte o copago de las isapres este valor tiende a descender a poco más o menos de la mitad, dependiendo de tu plan, el que tienes que cancelar sagradamente todos los meses.

Pero las isapres son como una vieja solterona bipolar y celosa. Te metes con ellas y cagas.

De acuerdo con el discurso que la encargada de recursos humanos del lugar donde me despidieron, las isapres tienen meses de gracia para los finiquitados así que no era un tema de principal preocupación los primeros tres meses. Falso. Ninguna isapre, por buenmozo que sea uno, te da pie para nada si no le pagas a tiempo. Así que, al menos por ahora indefinidamente, se paga mensualmente el plan de la isapre, aunque debes informar que tu empleador no aportará más y eso se hace llevando la carta de tu finiquito, tu cara de unicef y tu cédula de identidad.

En mi primera experiencia con isapre pero cesante tenía temor de que al llegar a la caja me dijeran algo como "usted no está afiliado" o algo así, pero afortunadamente las cosas resultaron.

Control en clínica privada, tan privada que tienes que pagar primero y luego llevar a la oficina de la isapre (dentro de la misma clínica) la boleta para que te reembolsen tu beneficio.

Entro y hay cuatro personas esperando, tres puestos de atención pero en uno dice el letrero "cerrado".

Saco el número 67 y van en el 58. Esta es la clave de un tipo cesante como yo, algo que pude verificar al paso de los minutos. Los trámites de isapre son muy complejos y por lo tanto de lento desarrollo. Cada cierta cantidad de minutos alguien entraba y sacaba número, veía la cantidad de tipos esperando, versus la cantidad de chicas atendiendo, versus el número al que estaban atendiendo y estas eran las expresiones que escuché: "Ah... chao", "Puta la mierda", "No, lo hago el lunes", "Olvídalo". Y se iban. Una mujer sentada a mi lado cruzaba cada tanto los piés cuando veía que la chica que atendía, vacunada contra los nervios, atendía lentamente a su cliente y respondía pacientemente todas las estúpidas preguntas que le hacían.

Yo me mantenía ahí paciente.

Me demoré 45 minutos en reembolsar la boleta. Un tiempo excesivo si hubiese sido alguien con empleo. Pero ahora que soy cesante el tiempo absoluto y el relativo son casi lo mismo. Ahora me siento a esperar. Cuando veo que vendrán filas de atención me preocupo de llevar algo para leer.
El cesante, si tiene que esperar, espera.

jueves, octubre 26, 2006

Diálogos de un cesante, parte I: el pesar de haber trabajado en radio

DIALOGO 1: Ferretería Giolito, Av. Las Condes, 3 de la tarde.

"Oiga, disculpe"

"¿Sí?"

"¿Usted es Pato Cuevas?"

"Sí"

"¿El de la Rock & Pop?"

"Bueno, la verdad es que..."

"No, no, no, si yo sé que ya no trabaja en la Rocka pero... gusto de conocerlo"

"Mucho gusto..."

"Yo le escuchaba acá fiel. Eran puras peleas por el programa suyo porque... acá es pura pachanga, ¿me entiende?"

"Claro..."

"Entonces, usted hacía esos especiales pa' los socitos y me querían cambiar la radio"

"Los gustos son así..."

"Casi me agarro a combos un día por su programa"

"Bueno, gracias..."

"Oiga y, ¿cuándo vuelve a otra radio?"

"Eh... bueno... no lo sé..."

"¿O va a volver a la Rocka? Eso sería bueno..."

"No, me temo que a la Rocka no..."

"Qué lástima, yo no me perdía su programa... o sea, ¿se va a tomar mucho tiempo libre? ¿Como vacaciones?"

"Sí, algo así"

"¿O se va a dedicar a otra cosa?"

"..."

"Ya, no lo molesto más... un gusto poh... avise cuando vaya al aire de nuevo en alguna radio"

"Le avisaré"

"Hasta luego"

"Chao"

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DIALOGO 2: Suena el móvil, 6 de la tarde del mismo día

"¿Alo?"

"¿Alo? ¿Hablo con Pato Cuevas?"

"Sí, con él"

"Hola, mira yo soy de la Portales y trabajo con gente a la que le hiciste clases y estamos en un portal de tecnología y quería hacerte una entrevista"

"¿Sobre qué?"

"La radio"

"Ah, ya... bueno... tendrías que pillarme en la Escuela, voy los martes y los jueves a la 1 de la tarde"

"Lo que pasa es que es una nota en video y queríamos hacerla en el locutorio de la Rock & Pop"

"Eh, mira, la verdad es que no creo que sea posible porque yo ya no trabajo en la Rock & Pop"

"Oh... pero cómo..."

"Hace un par de semanas... estoy cesante ahora... así que si te interesa podemos hacerlo en la Escuela los días que te dije"

"Mmmm..."

"Podríamos hacerla en el estudio de radio de la universidad si quieres"

"Ah, ya, mira, no sé, es que no nos calza el día... ¿te puedo llamar más rato para saber si puede ser como tú dices?

"Sí, claro"

"Ya, eso, bueno... gracias de todas formas"

"Adiós"

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DIALOGO 3: También al teléfono, 6 y media del mismo día

"¿Alo con Pato Cuevas?"

"Sí con él"

"Hola, te estoy llamando de la Zona de Contacto del Mercurio"

"Hola"

"Hola, Pato. Mira, estamos haciendo una nota sobre qué música escuchamos los chilenos"

"Ya... ¿y?"

"Queremos averiguar cómo se toman las decisiones dentro de las radios, cómo eligen los temas, de qué forma se trabaja proponiendo las canciones que se imponen al público y que al final estamos obligados a escuchar" (sic)

"Mira, yo te puedo hablar del pasado, no de ahora... no estoy trabajando en la radio"

"Ah bueno, pero igual sirve... es para hacerte algunas preguntas"

"Bueno, hazlas, tengo mucho tiempo ahora..."

"La verdad es que no es ahora... o sea... estamos perfilando el tema así que te llamaría en unos días para preparar algo más serio"

"Como gustes"

"Gracias, adiós"

"Adiós"

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DIALOGO 4: Otra al móvil, un rato más tarde

"¿Pato?"

"Sí, quién es..."

"La chica que te habló denante... de la Portales"

"Ah, hola..."

"Sabes que mejor te llamaremos mañana porque no es claro aún si podremos entrevistarte"

"No hay problema"

"Ok, gracias.. adiós..."

"Adiós"

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DIALOGO 5: Al día siguiente, por una vereda camino a la universidad

"Hola Pato"

"Hola, qué tal... cómo estás"

(abrazo de por medio)

"Pucha, me enteré lo tuyo... qué pena"

"¿Pena?"

"Sí, o sea, la Rocka ya no es lo mismo"

"Supongo que no, y ojalá no lo sea"

"Yo lo supe por unas compañeras... pero me dijeron que estabas bien... te había visto un par de veces en msn pero no quise huevearte... me daba no sé qué... y ahora... ¿qué vas a hacer?"

"Eh, no sé, descansar, estoy en eso la verdad... me estoy malacostumbrando"

"¿Vay a volver a otra radio? ¿O vay a cambiar de rubro?"

"Mmmm... no sé... supongo que a radio pero no he pensado en pega..."

"Ah ya... bueno, un gusto verte... que estés bien..."

"Adiós"

"Adiós"

martes, octubre 24, 2006

Oda al rojo rabioso

Tan sólo dos días después de que puse a la venta el Corsa en esa compraventa que mi amigo me recomendó saltó la liebre. Domingo, 9 de la mañana, teléfono.

"Oiga, se lo tengo listo. Me traen mañana lunes la plata"

Entonces, lo reconozco, se me apretó el corazón. No soy muy amigo de aferrarme a las cosas materiales, pero quienes tengan un auto, una bici o una moto podrían llegar a entenderme.

Adquirí el Corsa usado hace unos 4 años y anduve con él unos 100 mil kilómetros. Viajé a Mendoza, a Pan de Azúcar, a Quellón, a la cordillera. Me acompañó al estadio en innumerables ocasiones. Me trasladó a diferentes recitales , lugares de trabajo, cumpleaños, carretes. Cobijó a mi familia por todos lados en pavimento de autopista, calles con hoyos, adoquines, ripio y otras rutas más asesinas. De hecho, me protegió a mí una ocasión con mucha lluvia en Manuel Montt.

Cuando te dicen que los adoquines son resbalosos no te detienes a imaginar qué implica eso. De noche, yo iba a 60 (sí, rápido para lluvia y calle) y un tipo dobló hacia la izquierda desde la calzada a mi derecha. Por instintó frené. Y el auto se fue. Se fue de lado, alborotadamente, como si volara. Suelto el freno, y siguió derecho a una alta cuneta. Torcí el manubrio apenas mirando por el retrovisor derecho. Se volteó de nuevo. Como un trompo porfiado de esos con la punta del clavo torcido. Frené de nuevo y giré para el lado contrario. Se enderezó. Terminé a centímetros de un poste. No le di a nada ni a nadie. El auto que viró huyó por una calle oscura. Ahí quedamos el Corsa y yo. Ni siquiera se detuvo el motor. La lluvia seguía cayendo.

Tenía muchos nervios luego de eso. Me iba a la playa esa misma noche, a un cumpleaños en Isla Negra. Le pedí a un amigo que manejara. Yo me fui durmiendo en el asiento trasero.

Le robaron los espejos y los emblemas varias veces. Intentaron abrirlo pero no pudieron o más bien no alcanzaron. Ahí, con todo el desgaste de años de uso su motor estaba impecable (de hecho lo único mencionable en este sentido era su maldita batería que era una indecencia... no sé por qué permití esa ordinariez). Le cambié sagradamente su aceite, filtro de aceite y de aire cada 5 mil kilómetros. No le fallé. A cambio, andando todos los días por Santiago, me duraba 2 semanas el estanque. Pasó invicto sus 4 revisiones técnicas.

La única vez que mejó botado fue cuando estuvo detenido las últimas 3 semanas en mi casa antes de venderlo. Ahí la batería wala murió.

Eso al final vale mucho: llegó una pareja joven a verlo a la compraventa y le tincó a ella por el color. El tipo quería otro Corsa que lucía mejor de color azul que estaba en otro lugar. Pero trajeron con ellos un mecánico que vio ambos vehículos. Es cierto, efectivamente el azul parecía estar más enchulado. Pero el tipo fue severo al respecto: "Llévense el rojo".

El vendedor me dijo después: "Está claro, cuando la mujer elige el color, se queda con ése"

Por todo esto y por miles de viajes anónimos durante 5 años de mi vida, y también porque estando cesante no hay mucho en qué pensar salvo esa sencación de caída libre permanente que tiene algo placentero y también de urgimiento, este post es otra despedida más que me señala que octubre para mí siempre es mes de cambios drásticos. Adiós, rojo rabioso.

miércoles, octubre 18, 2006

Lista de cachos una vez que quedas cesante

Soy un pésimo hombre de negocios. De otra forma no me explico que teniendo en mi poder un automóvil usado que tiene su kilometraje pero que anda estupendo, un Opel Corsa del 96 de 3 puertas con cierre, rojo, alzavidrios y amortiguación nueva, no lo haya podido vender.

Esa fue una de las misiones que me propuse efectuar una vez que quedé cesante: hacerme cargo de los cachos.

Pero hay otros. El primero es completar el proceso de finiquito en una notaría, donde firmas en 3 copias el final de tu relación contractual con la empresa en la que estabas y te dan el cheque de tu indemnización. En la sensible ceremonia te entregan además los informes de pago a la AFP y a la isapre, que se supone están en orden. Te retiras.

Posteriormente, depositas o cobras el cheque y sientes y haces el cálculo pa que dure lo que tenga que durar.

A continuación debes rajar a las oficinas de la isapre, donde si huelen que hay algo parecido al sobre azul te desvinculan en cuanto pueden. Pero si vas con ánimo de reactivar los pagos por tu cuenta nunca te ponen una mala cara. Con ellos, si pagas, no hay problema.

El pasto del jardin de mi casa había sido un tema las últimas semanas. Ya ni se veía la puerta de entrada por culpa de una gran mata de algo que ni sé cómo se llama. Una tarde de estas que pretendía estar desocupado, la podamos en familia con el más mínimo expertise que se requiere, tirando abajo tallos, flores y ramas, sin saber si estaba bien hecho o no. Con el paso de los días no sólo se vio ordenado sino que el matorral en cuestión no sufrió grandes daños. Luego, barres todo lo que arrasaste y lo echas a una bolsa negra de basura de las grandes. Al par de días te percatas que el pasto está demasiado largo e incluso con maleza entre medio. Elegimos el fin de semana para la deforestación final.

Llamadas de amigos. Coinciden algunas con que se han enterado que me quedé sin pega y otros porque llamaron no más. Quieren juntarse. Y como esto de ponerse al día lo hemos preferido hacer de inmediato, concerté citas en mi casa y en la de otros con un margen estrecho. Me la he pasado en asados y comidas y eso implica no descansar tanto. Pero qué mierda. Cachos.

Bajando música como enfermo. Cientos de decenas de discos que no me compré o no me regalaron trabajando en radio y que quiero y deseo ávidamente. Encuentro de pronto una banda de sonido de una película que yo no me esperaba encontrar: Insomnia de David Julyan, que es de la película de Christopher Nolan (Batman Begins y la pronta a estrenarse The Prestige). La pongo en la lista de bajadas y me chatea el dueño de los archivos: "si no compartes, sorry pero no", y me banea. Tenía seteado el programa para no compartir mis archivos lo que me convertía en un hijo de puta sin querer serlo. No sé por qué. Mis cuñados chicos se meten a mi pc cuando vienen y me dejan la zorra a veces pero dudo que se metieran en esa configuración lo que hace probable que haya sido yo el tarado. Le chateo de vuelta al tipo pidiéndole disculpas. Pero luego de dos horas sigo baneado. Cacho.

Ordené miles de papeles en un par de horas. Boté basura. Me ensucié las manos. Vuelvo al pc. Hay un mensaje: "Necesita liberar espacio en el disco C". Puta, mi pc tiene sus años. Era una madre en los comienzos. Algunos de sus componente aún son de elite, pero no puedo jugar Quake 4 por ejemplo, o el último Half Life, o el World of Warcraft. Entonces, colapsa y tengo que borrarle mierda de un momento a otro. Programé el día viernes para eso. Cacho.

Conseguí a través de un amigo una compraventa muy conveniente para el Corsa rojo, donde la comisión es decente y no te huevean si el auto no se vende rápido. Quedé el viernes que pasó, el de la lluvia, de ir a dejarlo. A media mañana intenté encenderlo y no hubo caso. Luces muertas, ni siquiera contacto hacía. El auto se amurró. Llamé al tipo de la compraventa, que me estaba esperando y lo dejamos todo para este viernes. Pero tengo que hacerlo partir primero. Otro cacho más.

Tendría que privilegiar otros cachos más: mi relación futura en la universidad donde quiero dictar clases, el diseño de dos cursos que tengo ganas de ofrecer, pero nada de eso ha estado en el top 5 de la lista. Nada que tenga relación con pega ha estado entre lo principal. Esos también son cachos pero los eludo automáticamente. Todo el tiempo.

Mañana si es necesario empujaré por la calle el Corsa y lo haré andar como sea. Qué cacho.

sábado, octubre 14, 2006

Cambios físicos por la cesantía, parte I

El jueves que recién pasó me acosté a eso de la medianoche. Leí un rato pero me duró poco. Dormí. Desperté a las 3 de la mañana. Descansado. Y algo muy sorprendente sucedió. Me acordé de lo que estaba soñando. Y me di cuenta de que en el último año rarísima vez recordaba mis sueños al despertar.

Iba en una micro, que al rato resultó ser un metro pero con forma de interior de una micro, en una línea que yo supongo era la 4 que lleva hasta Puente Alto pero que iba en altura, como la 5. De pronto, entre los asientos (no iba mucha gente), veo a mi gata merodeando. "La Pancha", digo y me acerco para recogerla. Al tomarla pongo la vista en la ventana. Está oscureciendo, y este metro en altura me muestra un Puente Alto de grandes edificios muy similares a los que uno encuentra en Matucana pero con mucha más vida y miles de personas en sus calles.

Hace tiempo que no paso por ahí así que ignoro cómo está. "Puente Alto, estación terminal", me digo. Como está atardeciendo, deben ser las 6 o 7 de la tarde. Y entonces me hago la gran pregunta. "¿Por qué estoy acá y no en la pega?". Bajo del metro con mi gata en brazos y decido cambiar de andén para volver. "No tengo pega", me digo. "Me vuelvo a casa".

Desperté en una postura cómoda, con el cuerpo a muy buena temperatura.

Me duermo a los dos o tres minutos. Y soñé esta vez con una reunión de amigos pero en un cerro desde el que se ve todo Santiago pero no es Santiago. Hace un calor benévolo.

Soñé muchas otras cosas. Y sostenidamente he ido recordando casi todos los sueños que tengo noche a noche. Nada que me recuerde directamente a la pega. Tampoco pesadillas. Pero antes de quedar cesante no soñaba. no recordaba nada. Muy ocasionalmente recordaba mis sueños.

La descompresión de las responsabilidades me cambió completamente el sueño. Nunca dormí mal este año pero apenas colocaba la cabeza en la almohada me iba a negro. Dormía 6 horas máximo. Hoy me tomo el tiempo, que es distinto. Duermo hasta 9 horas. Claro, es como el período de luna de miel y algún día tendré que ir a trabajar. Pero eso será después.

Ahora solo sueño.

martes, octubre 10, 2006

Tener que debutar en una radio como la Rocka

Una de las cosas más difíciles para mí desde que me puse a trabajar en radio (más de 12 años) fue el hecho de tener que debutar en la Rock & Pop. Uno podría empezar un programa en cualquier radio del planeta, pero si es en la Rocka, no puede ser menos que un problema. Después del año nuevo del 99, teniendo más de un mes preparando la nueva idea de "La Grúa", el programa que yo conduciría, alguien me advirtió que los auditores de la radio eran bravos y que ante cualquier voz nueva no se inclinaban positivamente sino que tendían a comportarse de manera desagradable.

Usábamos una grabadora con cassette grande en ese tiempo como contestador telefónico. Estábamos en los viejos estudios de Antonio Bellet 223 y usábamos una persona que era el control de turno. Huesos -él fue mi primer control- echó a andar el mensaje para que dejaran teléfonos en el programa a eso de las 6 y 25 de la mañana. Me dio un ánimo compadre y yo comencé a conducir. Mis primeras palabras fueron "por fin", pues había estado ya dos meses fuera del aire desde que me había retirado de mi radio anterior. Me presenté y le empecé a dar. Diez minutos y nadie llamaba y Huesos amablemente me mentía diciendo que era muy temprano. En ese tiempo, al final de cada media hora teníamos el "Atorado Escudo" donde sacábamos llamadas. Yo comenzaba a ponerme nervioso porque no llamaba nadie. De pronto, entra la primera llamada: "Saquen a ese hueón picante" y cortaron. Era una mina. Una chica que muchos años después me pidió disculpas por eso y por tratarme mal. Hubo otros llamados así en días sucesivos. No me desmoroné. Me hice el huevón y seguí adelante. Hasta que cumplí 8 años casi en esta radio y me percaté que al irme mucha gente que me escuchaba no sólo aprovechó de desearme suerte de manera masiva y cariñosa (algo que todavía no alcanzo a dimensionar) sino que también tienden muchos de ellos a lanzar mala onda con la nueva etapa de la Rocka.

No puedo olvidar tampoco el episodio en que José Miguel Villouta me reemplazó a mí en "La Grúa". Teníamos la sala de chat de rockandpop.cl recién inaugurada y nos bombardearon para que se fuera. El tipo aguantó sin quejarse. Otras razones lo hicieron alejarse del proyecto, pero ya no estando seguía recibiendo mensajitos de desagrado de los amorosos auditores.

Hoy hablé por fono con Copano, porque escuché el comienzo de su programa, que va en reemplazo del mío, y encontré un aire de renovación notable y un estilo de conducción que va a dejar huella e influencia. Me sentí feliz. "Lo voy a llamar a la tarde pa felicitarlo", me dije. Cuando me contestó me percaté de que las cosas no iban bien y que el síndrome de auditor militante estaba esta vez descargando ira incandescente en contra de Copano. "Te apuesto que estás mejor que yo", me dijo tristón. Me contó que incluso los putos de LUN están sacando partido de esto y que podría salir algo mañana miércoles. Los hijos de puta atacando y metiéndose a armar noticias donde no existen noticias y un porcentaje importante de militantes rockanpoperos haciendo lo que mejor hacen al final: expresar su intolerancia máxima.

Bien pues, con mucho cariño y honestidad, debo expresar que algo que aprendí en estos años es que muchos de los auditores de esta radio son una manga de hueones intolerantes e intransigentes. Yo creo que esto no pasa en ningún otro lado. Pero viendo la mala onda descargada en contra de Copano me hace recordar mis comienzos y los comienzos de otros. Me apena y me amarga.

Sigo convencido en todo caso, y esto se lo dije a Copano, que son una minoría lamentablemente ruidosa.

Desde que me despidieron es la primera vez que me siento mal. Esto no me halaga.

Qué vergüenza.

lunes, octubre 09, 2006

Por dónde empezar... por los diarios

A pesar de que desde el momento en que me despedí al aire me negué sostenidamente a leer los comentarios que la gente me hizo tanto en el Cuchitril como en este espacio, me fui enterando por personas cercanas: alumnos, compañeros de pega (ex compañeros en realidad) y amigos. Se entiende que el ánimo en una situación así es voluble.

Ya había quedado una masacre en una reunión con todo el equipo de la radio en la cual se explicaron las razones por las cuales yo no seguiría y varios de nosotros tampoco. Lo que era particulamente emotivo en todo esto era que esa reunión era a las 11:30 del viernes, media hora antes de que mi programa finalizara, por lo que mi final no fue escuchado por ninguna persona de Rock & Pop en vivo. Yo, después de recomponerme a las 12, entré tipo 12:25 a esa reunión.

A las 13 se anunció que yo no seguía. Estaba sentado en la parte de atrás de la sala y todos se volvieron con caras de que no estaban entendiendo muy bien. Lo que vino entonces fue algo doloroso pero profundamente significativo: todos se pusieron de pie y fueron a abrazarme. Con llanto de por medio por supuesto. Horrible. Muy penoso. Pero tan real que era a la vez liberador.

Ahora, mi mayor sorpresa hasta hoy sigue siendo mi aparición en pequeñas notas en El Mercurio, Las Últimas Noticias y La Tercera. Por primera vez en años me dieron ganas enormes de lanzar LUN contra la pared, como en los viejos tiempos. Me llamó un periodista para preguntarme por qué estaba fuera de la radio y yo le dije la verdad: evaluaron mi desempeño, no era lo que querían para la radio y me ofrecieron quedarme con otras condiciones. No acepté. En el artículo apareció una mención a que yo había renunciado a Rock & Pop, lo que en rigor no es verdad. en El Mercurio fueron algo más informativos y mencionaron que el "histórico" Cuevas de alejaba de la dirección por malos resultados. Esa dolió, pero no es menor verdad. La Tercera no recuerdo bien qué puso pero enfocó una pequeña nota en el "alejamiento" de su director artístico.

Cuando uno es despedido de una pega es algo más que vergonzoso que se escriba de eso en los medios, pero mi cargo tiene algo de figuración pública. Es algo inevitable.

Esto me hace resumir acá con total libertad el asunto en real dimensión: fui despedido por mi desempeño, pero se valoró mi aporte artístico al aire. Querían que me quedara. Y yo no acepté.

Teniendo familia, arriendo que pagar, un segundo bebé en camino y otros asuntos del rubro me imagino que mi decisión suena algo descabellada pero dentro de la radio, fuera de la dirección y con otro proyecto al aire que tenía que salir con demasiado apuro (la nueva radio sale mañana martes), el desánimo me habría frustrado aún más. Tenía que salir.

¿La edad?

Para nada. Me di cuenta estos días por el dial escuchando muchas cosas y me percaté que no me gustaría estar en otra radio que no fuese Rock & Pop porque se acomoda a mi personalidad. Soy demasiado pelusón para las relamidas radios adultas. Soy, en esencia, un pendejo.

Ahora, los planes son sencillos. Primero que todo descansar. Un buen tiempo. Un par de meses. Sólo me dedicaré a mis clases en la universidad. Tengo ganas de diseñar dos nuevos cursos, a ver si me pescan por ahí. Uno de cine y el otro de música popular. Me dedicaré a mis alumnos de tesis. Y me iré de vacaciones a mediados de noviembre.

Desarrollaré periódicamente este blog y ojalá me pueda meter en una comunidad donde pueda tener un espacio de menor perfil y algo más de intimidad. El otro blog era la pega. Este es mi primer blog personal.

O sea, muchachos, andaré por ahí en las veredas de Santiago. Si me ven, no olviden saludarme.

miércoles, octubre 04, 2006

DIA 1

Puta, me echaron. Yo quería. Es más, llegamos a un acuerdo. De ahí cuento por qué. Es importante.